Archive for May 2010

LECCIONES DE VIDA

Posted on 26 May, 2010. Filed under: REFLEXION |

Regina Brett, columnista de “The plain dealer” de Cleveland,
Ohio, para celebrar la llegada de sus 90 años, escribió sobre 45
lecciones que la vida le ha enseñado, fue su columna más leída. Elegí
las que más me gustaron para compartirlas hoy…


La vida no es justa, pero aún así es buena.


Cuando tengas duda, sólo toma el siguiente paso pequeño.


La vida es demasiada corta para perder el tiempo odiando a alguien.


Tu
trabajo no te cuidará cuando estés enfermo. Tus amigos y familia sí. Mantente en contacto.

No tienes que ganar cada discusión. Debes estar de acuerdo en no estar de acuerdo.


Llora con alguien. Alivia más que llorar solo.


Haz las paces con tu pasado para que no arruine el presente.


No compares tu vida con otros. No tienes ni idea de lo que se trata su travesía.


Elimina todo lo que no sea útil, hermoso o gozoso.


Cuando se trata de perseguir aquello que amas en la vida, no aceptes un ” no” por respuesta.


Nadie está a cargo de tu felicidad, más que tú.


Enmarca todo supuesto “desastre” con estas palabras: “En cinco años, ¿esto importará?”


Perdónales todo a todos.


Lo que las otras personas piensen de ti, no te incumbe.


El tiempo sana casi todo. Dale tiempo al tiempo.


Por más buena o mala que sea una situación, algún día cambiará.


No te tomes tan en serio. Nadie más lo hace.


Todo lo que verdaderamente importa al final es que hayas amado.


La envidia es una pérdida de tiempo. Tú ya tienes todo lo que necesitas.


Cede.

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ATRAER

Posted on 26 May, 2010. Filed under: MENSAJE |


Ya sabemos que todo aquello que pensamos, decimos, leemos o escuchamos atraen a nuestra vida, somos como imanes y atraemos más de lo que lanzamos.

En el tema del amor propio comienza a tener sentido el hecho de que “como es adentro, es afuera”.
Si buscamos adentro, ¿podremos encontrar todas las herramientas que
necesitamos para una atracción conciente? ¿hay dentro nuestro la
suficiente gratitud, suficiente amor, suficiente fe? ¿sentimos el suficiente merecimiento de lo que pedimos?



Comencemos desde adentro, comencemos a amarnos a nosotros mismos para que ese amor comience a generar nuevos pensamientos positivos desde cada una de nuestras células y así cambiaremos la polaridad del amor que somos.

Y siempre recuerden…
 “La vida es como la miramos, si cambio la forma de ver las cosas…
las cosas cambian de forma”

”Uno que cree es más poderoso que millones que no”

”Sólo el amor puede unir lo que el miedo separó”


”Lo que creo, lo creo”


”Si crees que puedes, o crees que no puedes,
 de las dos formas tienes razón”



Dar

Y están aquellos que
tienen poco y lo dan todo. Son los que creen en la vida y en la
generosidad de la vida, y sus arcas jamás están vacías.
Están aquellos que dan gozosamente y ese gozo es su recompensa.
Y están aquellos que dan con pesar, y ese pesar es su bautismo.
Y están aquellos que dan y no conocen el pesar en el dar, ni buscan el
gozo, ni dan atentos a la virtud. Dan como en el lejano valle el
mirlorespira su fragancia al aire, y a través de las manos de éstos
habla Dios, y desde el fondo de sus ojos El sonría al mundo.

Khalil Gilbram



¿Porqué te esfuerzas para encajar cuando naciste para brillar?
¿Porquè caminar, si puedes volar?
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LA FELICIDAD

Posted on 26 May, 2010. Filed under: MENSAJE |

Lo que más deseamos en la vida es la felicidad.

Pero en ocasiones saboteamos nuestros esfuerzos para alcanzarla.

La felicidad no es un destino a donde se llega, sino es la manera de caminar por la vida.

Sin embargo, de manera extraña, en el
trayecto podemos tropezar con dos problemas graves: algunos seres
humanos tienen miedo de ser felices y muy pocos saben exactamente qué
desean.

Si quieres vencer estos dos obstáculos y pertenecer al selecto grupo de gente feliz, hay cuatro pasos para lograrlo:

1- Desmantela tu armadura.

Con frecuencia tememos ser felices y
saboteamos nuestras ilusiones porque pensamos que no merecemos la
felicidad y nos da miedo tratar de alcanzarla
.

La forma más sencilla y frecuente de
protegernos y mantenernos a salvo es construir una armadura de acero en
la que encerramos nuestros sueños y deseos para que nadie pueda
alcanzarlos ni destruirlos. Y, por supuesto, el resultado es que jamás
damos un solo paso para hacerlos realidad.

Acepta que al reprimir tus sueños no los
proteges, sino que impides que se realicen. Haz esfuerzos verdaderos
para convertirlos en realidad. Esta decisión te puede llevar a correr
algunas desilusiones y desengaños; pero también te llevará a éxitos que
de otra manera no lograrías jamás.

2- Conéctate con los deseos de tu corazón

Haz una “cita” contigo mismo para explorar
cuáles son los sueños y los deseos que duermen en el fondo de tu
corazón. Considérala y trátala como la cita más importante de tu vida.

Si lo consideras necesario, asiste a ella con libreta y pluma en mano.

Anota cuanta idea se te ocurra sobre lo
que deseas, aunque te parezca absurda. Cuando no tenemos idea de cuáles
son nuestras metas en la vida ni sabemos cómo alcanzarlas, es una buena
idea ayudar al cerebro a realizar esta exploración. Lo importante es
que logres conectarte con lo que tu corazón anhela realmente y que
llegues a vislumbrar los diferentes caminos por medio de los cuales
podrías alcanzarlo. De este modo, te será más fácil empezar a dar los
pasos necesarios para convertir ese sueño en realidad.

Los esfuerzos que hagas llenarán de interés tu vida y te harán probar las primeras mieles de la felicidad.

3- Reconoce tu propio poder

Todos somos mental y físicamente capaces
de hacer lo que nos proponemos; los límites los ponen nuestro miedo y
nuestra imaginación. Y todos merecemos el éxito, como merecemos el amor
y la felicidad.

Desafortunadamente, para muchos es más fácil decir no puedo; y todos solemos creer en nuestras propias palabras.

Así que para conquistar la felicidad,
empieza a practicar una actitud positiva, a fomentar la confianza en ti
mismo y a decir “sí puedo”, a todos los retos que te vaya planteando la
vida. Muy pronto descubrirás que puede hacer cosas de las que antes te
sentías incapaz.

4-No tomes precauciones como pretextos

Algunos temores son buenos. Ser precavido
y cauteloso es una virtud cuando se conduce un automóvil, se tienen
hijos pequeños y se desea evitar cualquier tipo de accidente. Pero
cuando el miedo te impide lanzarte en busca de tus sueños, ha llegado
el momento de deshacerse de él.

En las decisiones importantes de la vida
los temores y pretextos deben dejarse a un lado y debe imponerse el
valor para correr ciertos riesgos, porque se necesita determinación
para perseguir y alcanzar los grandes sueños.

Para ser feliz hace falta honradez para
seguir el camino correcto en su consecución y para no estropearla con
la mentira o el egoísmo.

Pero, ¿cómo sé en cada momento que estoy siendo honrado con las personas que realmente me importan?

El problema que se nos plantea es el de reconocer el tipo de amor apropiado -cuál es la manera correcta de amar-, y distinguirla de un amor equivocado que pueda terminar destruyendo aquello que uno ama.
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ANTIA

Posted on 24 May, 2010. Filed under: REFLEXION |

ANTIA

La niña había dejado
de jugar con las muñecas que yacían escondidas en un rincón de su cuarto, ya no
quería ser más la mamá de su antes querido pepón, y que ahora dormía abandonado
sobre la cuna de palitos de madera que le hizo su hermano mayor. No hacía ya
papillas con harina y agua ni le limpiaba los imaginarios pises, los mocos o
los restos de papilla a su muñeco mientras lo abrazaba maternalmente y le
llamaba cariñosamente cochinito.

Ahora rehuía estar
sola con sus muñecas, le daba miedo de sus ojos grandes y redondos que la
miraban fijamente; no sabía cómo jugar de nuevo con ellas, no tenía ganas de
inventarse fantasías; no quería ser ya mamá ni enfermera ni maestra ni nada. Su
hermana sonreía cuando entraba en el cuarto que compartían, veía a todas las
muñecas vueltas cara a la pared ajena a lo que ocurría en la cabeza de la niña,
pensando quizá que todas las muñecas estaban castigadas por algún nuevo juego
de su hermana pequeña.

La niña buscaba la
soledad y se escondía entre las paredes de los estantes aún sin enfoscar de la
obra que estaban haciendo en su casa; se acurrucaba como un ovillo en los
huecos buscando la tranquilidad y el silencio cuando llegaba del colegio y
terminaba llorando sin saber muy bien qué le estaba pasando, su entendimiento
no llegaba más lejos, hasta que se dormía de cansancio. Muchas veces su hermano
mayor la sacó de allí cuando regresaban los albañiles del almuerzo para seguir
con el trabajo de la obra y la encontraban dormida como un animalito escondido.

La maestra intuía un
cambio en la chiquilla y quería hablar con su madre porque la niña, antes tan
jovial y participativa, había dejado de jugar a la hora del recreo en el patio
del colegio, no participaba de las actividades y si lo hacía, lo hacía de mala
gana. Había dejado de hacer los pocos deberes que le mandaban para casa y los
que hacía los hacía mal y sin prestar atención. Su nerviosismo era patente
cuando pronunciaban su nombre y la sacaban de su mundo imaginario, entonces, la
niña miraba al vacío y esquivaba las preguntas escondiéndose tras alguno de sus
compañeros de aula.

Cuando volvía a casa
era aún peor, sabía que se encontraría de nuevo con la gente extraña que la
rodeaba, tenía que pasar por la puerta de su verdugo y su madre, ignorante de
tanto terror, la mandaba jugar con la nieta pequeña de los vecinos de al lado
de su casa. Se escondía de todos. Oía a sus hermanos y a sus padres llamarla a
gritos a la hora del almuerzo pero ella seguía escondida: en el pajar o en la
cámara donde guardaban los aperos de labranza y los embutidos de las matanzas
del invierno; escondida entre los sacos de grano y las canastas llenas de lana
de oveja aún sin cardar que guardaba su madre para los colchones y las
almohadas.

La madre veía como
la niña había perdido peso y se negaba a comer en la mesa con el resto de la
familia. Había perdido el color sonrosado de las mejillas infantiles que se
había cambiado por una palidez verdosa e insana. Los ojillos de la cría no eran
capaces de centrarse y quedarse fijos en ninguno de ellos y el brillo febril de
éstos asustaron a la madre. La llevó varias veces al médico que la reforzó con
vitaminas y calcio, tenía ocho años pero crecía con rapidez y era mejor
proveerla de lo necesario para hacerse una hermosa jovencita. No imaginaban
nada más.

Su hermana mayor se
desesperaba por las mañanas cuando iba a recoger las camas encontrándose con
las sábanas mojadas de pis, y en el colchón se había formado el inmenso
redondel amarillo difícil de secar en un colchón de lana. Colocaba una manta
para que no calara la humedad el cuerpecito de la niña y le escondía a la madre
la nueva situación porque temía el regaño y el azote a su pequeña hermana.
Escuchaba su respiración agitada durante la noche y los gemidos de sus
pesadillas pero no quería darle mayor importancia, tal vez tenía celos del
hermanito tardío y recién llegado, y quería llamar la atención de su madre
absorta en los cuidados del recién nacido. Ella sólo tenía doce años y tampoco
le dio importancia al echo de que la niña se arrancara las pestañas y las cejas
hasta dejarlas completamente calvas, suponía que se debía también a los celos.

Nadie podía imaginar
el calvario que estaba pasando la niña, nadie se preguntó el porqué de todas
sus reacciones, de su soledad y de su silencio. A veces pienso que si las
criaturas tan pequeñas fuesen conscientes de lo que es el suicidio y que con él
pondrían fin a su tortura, aquella niña se hubiese suicidado sin dudarlo un
solo segundo. Sentía tanto terror en su pequeño cuerpo que cuando recordaba lo
que le había pasado se le soltaba la tripa hasta hacerse caca en la ropa
interior. Ella no quería estar allí, quería diluirse y hacerse invisible para
los demás; quería vivir en su universo nuevo, lejos de todos los que pudiesen
hacerle daño. Le habían robado su niñez y no sabía dónde se encontraba en ese
momento de su vida, ya no volvería a ser una niña, eso lo sabía con adulta
lucidez; tampoco era una mujer, entonces ¿qué era?. Le habían robado la
inocencia aunque ella no supiera qué quería decir aquella palabra.

Todo sucedió unos
meses antes cuando agonizaba el verano. Su vecino la había invitado a dar un
paseo en coche junto a la nieta pequeña. En su pueblo aún había muy pocos
coches y aquel SEAT 600 azul le gustaba mucho y la ilusionaba poder montar en
uno. El viejo le dijo que no dijera nada a su madre porque el paseo iba a ser
corto y su mamá igual no la dejaba ir con ellos. La chiquilla le prometió no
decir nada a nadie y cuando el viejo se cercioró de su silencio le pidió que lo
esperara a la salida del pueblo en un camino de tierra que iba hasta el río. La
chiquilla estaba tan nerviosa con la aventura que esperó casi una hora
escondida detrás de la pared de una vieja casa en ruinas hasta que vio aparecer
el SEAT azul.

El viejo paró el
coche y ella se subió en el asiento del copiloto. Tenía el corazón galopando de
ansiedad y alegría, pero se dio cuenta rápido de que algo iba mal: la nieta no
estaba dentro del coche y preguntó:

-¿Dónde está Marta?

El viejo le
argumentó que se había quedado dormida y que la abuela no había querido que la
despertara pero, que no importaba, que él iba para el río de todas maneras y
que podía acompañarlo si quería. La chiquilla se tranquilizó cuando el viejo
vecino le lanzó una sonrisa.

La niña continuó el
camino curioseando feliz mirándolo todo a un lado y a otro de la carretera.
Cuando llegaron al río saltó rápido del coche para buscar ranas en los remansos
que se formaban a los lados del río, y cualquier otra cosa que fuese útil en
los juegos de su mente infantil.

En una lata vieja que
encontró entre el barro iba metiendo las ranas que consiguió atrapar. Pasó un
buen rato de un remanso a otro hasta que el viejo se acercó a ella y le dijo
que tenía una cosa que enseñarle, la cría se volvió sin temor a ver qué cosa
era aquello que tenía tan interesante y el viejo le pidió que subiera de nuevo
al coche porque estaba allí. La chiquilla no dudó en hacer lo que el viejo le
pedía y volvió a tomar asiento en la parte delantera. El viejo le dijo que los
asientos del coche se iban hacia atrás con un mecanismo de palanca que tenían a
la derecha y retrepó el asiento. La niña miraba con curiosidad como se movían
los asientos y se deslizaban hacia atrás y manipulando la palanca de su lado
retrepó el suyo. El abuelo le dijo que se tumbara a descansar un rato y la
criatura obedeció feliz.

Tumbado a su lado
comenzó a mirarla de una forma extraña y ella notó cómo la respiración del
viejo se hacía más rápida mientras manipulaba algo a través del bolsillo del
pantalón. Empezó a halagarla tocándole las rodillas llenas de costras de
heridas de juego, a decirle lo bonitas que tenía las piernas y lo guapa que iba
a ser de mayor; subió una mano desde sus rodillas hasta las braguitas blancas
de punto de ganchillo que le había hecho su abuela y comenzó a acariciarle las
ingles. La niña notó cómo se le secaba la garganta por el miedo súbito y a
intuir que algo de lo que estaba pasando estaba mal, que algo no funcionaba y
que aquello no debería estar ocurriendo, así que intentó apartar las manos del
viejo de su inocente cuerpo y bajarse la falda de nuevo pero el cerdo se
volcaba encima de ella mientras le inmovilizaba las piernas con una suya.
Intentó zafarse pero era imposible, una criatura con apenas ocho años recién
cumplidos contra un hombre corpulento y fuerte. El viejo la sujetó por las
muñecas y comenzó a besarle la cara, los ojos, intentaba besarle los labios
pero la chiquilla retiraba la cara diciendo que no, que por favor la soltara,
suplicándole temblorosa y asustada que la llevara a su casa. El ruin animal no
la escuchaba, se bajó los pantalones y obligó a la aterrorizada niña a tocarle
el asqueroso miembro. Con una sola mano la sujetaba fuertemente por las muñecas
para que no se escapara, mientras la amenazaba cruelmente: le gruñía
entrecortadamente, que si le decía a alguien lo que estaba pasando mataría a su
padre primero y después a su madre, y así a cada uno de los miembros de su
familia y que a ella la dejaría viva para que viera como los mataba uno a uno,
y que después la llevaría a vivir con él para hacerle aquello todos los días.

Venció la
resistencia de la criatura a base de terror y la chiquilla dejó de gritar y se
dejó hacer en silencio todo lo que la bestia deseó.

La mente de la niña
comenzó a flotar, ya no era ella la que estaba sufriendo todo aquello, vio todo
lo que le estaba sucediendo desde otro plano, había conseguido salirse de su
cuerpo y miraba desde fuera del coche todo lo que le ocurría a aquella niña
laxa que tenía los ojos fijos en el techo y las lágrimas congeladas en las
pestañas, que soportaba apenas sin respirar el dolor y las babas, el sudor y el
aliento de aquel hijo de puta. La mente de la niña estaba en otro lugar más
amable escapando de todo aquello que le estaba pasando a la pobre niña del
coche. Ella estaba a salvo en su casa con su familia: jugando con su hermanito
pequeño y abrazando a su madre y a su padre; estaba aguantando todo aquel
dolor, mordiendo el miedo y aguantando las náuseas por ellos, ella no quería
que aquel hombre malo los matase y estaba entregando lo que le pedía por ellos,
estaba inmolando su inocencia por los que más amaba.

El viejo cerdo
resolló encima de ella como una bestia herida y algo caliente y pegajoso se
expandió sobre su barriguita, su pubis y sus braguitas de ganchillo medio
bajadas. Cuando el animal recobró el resuello se subió el pantalón y colocó el
asiento en su lugar, después le habló sin piedad:

-¿Ves?. No ha sido
tan malo, no te ha pasado nada y no hemos hecho nada malo así que no se lo
cuentes a nadie. Ya sabes que si le dices a alguien lo que ha pasado te
quedarás sin familia. El primero será tu padre.

La niña rompió a
llorar desconsoladamente mientras temblaba de miedo intentando cerrar las
mandíbulas fuertemente y que sus dientes chocando entre sí no hicieran ruido.
Nerviosa ponía su ropa en orden y se secaba las lágrimas a manotazos para no
enfadar al viejo. Al final todo había terminado y el viejo cerdo la llevaba de
vuelta a su casa. Lo último que vieron sus hermosos ojos antes de marcharse fue
cómo las ranas se salían de la lata y saltaban de nuevo hasta el río.

Cuando llegó a su
casa se fue corriendo muerta de asco y de angustia al cuarto de baño a lavarse
y a quitarse las braguitas; sintió tanto miedo de que su madre pudiera verlas
que las metió en una bolsa de plástico para deshacerse de ellas. Se lavó
atropelladamente con el jabón negro de su madre, mientras el olor del semen se
le metía por la nariz y se gravaba en su memoria para el resto de su vida.

Nerviosa, volvió a
sacar las braguitas de la bolsa por si acaso tenía forma de lavarlas pero
volvió a ver los churretes de sangre y la humedad gris del semen y decidió que
era mejor deshacerse de ellas. Atravesó el corral lleno de animales y salió por
el portón trasero de la casa que daba a un arroyo e inmediatamente, al
cruzarlo, a un vertedero de basuras y escombros. Cavó un agujero con sus
pequeñas manos y enterró las braguitas blancas de ganchillo que le había hecho
su abuela. También enterró con ellas su niñez y su inocencia: a partir de aquel
día las cosas ya no volverían a ser igual que antes, lo sabía con brutal
realismo.

Durante tres años
más sufrió el terror de encontrarse a su verdugo día tras día, de soportar sus
miradas lascivas y soportar sus fracasados intentos por encontrarla a solas. El
miedo a que hiciera daño a los que más quería la seguía manteniendo muda. Se
encerró en los libros y en su cuarto lleno de muñecas con las que jamás volvió
a jugar y controló su ansiedad cuando el verdugo estaba presente pareciendo más
fuerte de lo que en realidad era; era la única defensa que tenía ante la bestia
aunque por dentro se estuviera muriendo de miedo. Consiguió salir airosa de
todas las intentonas hasta que el viejo marrano se marchó jubilado del pueblo a
vivir en otra provincia más cerca de sus hijos. Aquel día el sol volvió a
brillar para ella y descansó de nuevo su pequeño corazón. El sentimiento de
culpa que arrastraba desde aquel lejano día empezaba a olvidarse ¿Había tenido
ella la culpa de lo ocurrido? ¿Qué había hecho mal para que el hombre le
hiciera aquello?. Este es un sentimiento muy común en los niños que han sufrido
abusos. La chiquilla recuperó poco a poco parte de su vida, su autoestima, y
comenzó a sanear su mente que llevaba tres años enferma de terror. Había
callado todo el asco y el horror que le había provocado el viejo porque, de
alguna manera, ella se sentía culpable y para que sus padres no le faltaran.
Era un secreto y no lo diría nunca, jamás nadie sabría nada de lo ocurrido.

Un par de años más
tarde su cuerpo floreció y se hizo una mujer; una mujer que ha ido arrastrando
las consecuencias de aquella violencia durante toda su vida, pero eso señores,
es parte de otra historia.La mujer madura y de mirada triste que habia contado la indignante historia guardò los folios en una carpeta, se quito las gafas para dirigirse al pùblico que abarrotaba la sala:

-Bien, señores, con
este último caso sobre los abusos a menores, estas jornadas quedan clausuradas.
Les agradezco su asistencia y espero que todo lo expuesto pueda ayudarles en su
trabajo futuro. ¿Si alguien desea hacer alguna pregunta?.

Unos cuantos
asistentes preguntaron y ella respondió profesionalmente a todos de cómo se
puede detectar un abuso en una criatura, sea niño o niña. Habló de síntomas y
de consecuencias hasta que hubo resuelto todas las dudas.

Cuando se acercaba
sola a su coche para marcharse a casa el joven que había estado callado durante
toda la exposición, tomando notas y que había puesto cara de asco ante el
relato de la doctora, la abordó con sonrisa nerviosa y le espetó:

-Perdone doctora, me
gustaría hacerle una pregunta ¿Cómo puede usted saber tanto de la violencia
contra los niños?, que yo sepa su rama no es…

La Doctora Fernández mirò al joven directamente a los ojos y le corto secamente respondièndole antes de que terminara la frase.

-Porque la niña a la
que he descrito en este caso… soy yo.

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EL TONTO

Posted on 24 May, 2010. Filed under: REFLEXION |

EL TONTO

Se cuenta que en una
ciudad del interior, un grupo de personas se divertían con el tonto del pueblo,
un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños recados y
recibiendo limosnas.

Diariamente, algunos
hombres llamaban al tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre
dos monedas: una de tamaño grande pero de la mitad del valor que otra pequeña
que le arrojaban también.

Él siempre tomaba la
más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.

Un día, alguien que
observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, lo llamó aparte y le
preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía
menos y éste le respondió:

-Lo sé señor, no soy
tan tonto…, vale la mitad, pero el día que escoja la otra, el jueguito se
acaba y no voy a ganar más mi moneda-.

Esta historia podría
concluir aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias conclusiones:

La primera: Quien
parece tonto, no siempre lo es.

La segunda: ¿Quiénes
son los verdaderos tontos de la historia?

La tercera: Una
ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.

La cuarta: Lo que
importa no es lo que piensan los demás de nosotros, sino lo que uno piensa de
sí mismo.

MORALEJA:

El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser
tonto delante de un tonto que se cree inteligente.

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QUE ES UN MISTICO HOY

Posted on 24 May, 2010. Filed under: MENSAJE |

QUE ES UN MISTICO HOY

Hoy, como en todos los tiempos, un místico es alguien tan necesario
como inútil para su generación. Es inútil porque no produce nada y lo que ofrece
no se puede comprar ni vender. No tiene precio en el mercado. Se escapa a quien
lo quiere prender y confunde a quien lo quiere comprender. Por ello hay que
apartarlo, porque se interpone entre la inmediatez de lo que hay que lograr y
producir. El místico dice: lo que verdaderamente es, ya existe. Sólo hay que
aprender a percibirlo. Molesta también a la institución, porque la relativiza y
le recuerda que el cielo que ha pintado en el interior de sus bóvedas no es el
cielo abierto auténtico.

Pero, a la vez, su presencia es indispensable porque señala un modo de
existencia que anhelan todos los seres y las mismas instituciones. Ha nacido
para alentar la llama sagrada que arde en todos y en todo. El fuego del místico
es diferente al del profeta. Éste señala y grita lo que falta, mientras que el
místico indica lo que ya es. El profeta habla del todavía no, mientras que el
místico habla del ya sí. Ambas cosas son necesarias.

Parafraseando a Raimon Panikkar, “el místico no es el que tiene
esperanza del futuro sino de lo Invisible”.

El místico no es ingenuo, sino inocente. La ingenuidad es una
inmadurez que hace ciegas y torpes a las personas, porque les impide
confrontarse con los elementos oscuros de la realidad y de sí mismos, mientras
que el inocente lo ve todo, lo percibe todo y, sin echarse atrás, se entrega.

Otra de las cosas propias del místico es su
capacidad de conjugar paradojas. Por un lado, es alguien exquisitamente cercano
a las personas y a sus situaciones, pero también resulta inalcanzable, retirado
en una extraña lejanía. Estando plenamente presente, está también ausente. Se
halla en otro Lugar, y cuando está en otro lugar, se percibe su presencia. Su
hablar es silente y con su callar, habla. Las palabras son sagradas para él -o
ella-; por eso no las malgasta. Y por ello también sabe escuchar, y entiende lo
que los demás no entendemos. Habla, mira, comprende desde un lugar diferente; a
veces, tan diferente, que parece locura. Pero su locura no es más que el choque
que produce en nosotros su anticipación de Realidad.

Ama cada objeto, cada planta, cada pétalo, y queda fascinado por
ellos, pero, a la vez, puede prescindir de ello. Todo él es ternura, pero
también vigor, como dice Leonardo Boff sobre Francisco de Asís. Es frágil y
fuerte a la vez. No puede soportar el dolor de los pequeños. Ve desde ellos y
para ellos, y su oración es siempre por ellos.

Es concreto, arraigado en su tiempo y en su lugar, capaz de un hablar
sencillo y de poner ejemplos que los más pequeños comprenden, y a la vez, es
universal, porque percibe lo que atañe a la condición común de los humanos. Ve
la parte en el todo y el todo en la parte. Podríamos decir que tiene un
instinto fractal, que es tal como hoy los científicos comprenden que está
constituido el entramado de la realidad.

Es de una libertad soberana pero, a la vez, está al servicio de todos,
porque percibe la irrepetibilidad de cada persona y de cada cosa, y ello le
hace caminar por tierra sagrada. Acoge a cada ser como una epifanía y,
estremecido, se somete libremente porque sabe que su yo no le pertenece, sino
que es sólo receptáculo y testigo de las existencias ajenas.

Ama su tradición, aquella que le ha nutrido y le ha guiado, pero no
hace un absoluto de ella. Sabe que “ser original es retornar a los orígenes”
(Gaudí), no para repetirlos sino para recrearlos. Y el origen de cada tradición
está más allá de ella misma, antes de que surgiera. Conoce el camino de la Fuente,
“aunque es de noche”. Su fe es transconfesional, porque sabe que la existencia
está atravesada de Presencia y ello es lo que celebran todas las tradiciones.
Se alegra con ellas, por su diversidad y su riqueza.

Como un compás, con un pie está arraigado en su propio centro, y con
el otro recorre los círculos de la alteridad. Este centro no es sólo el de la
tradición a la que pertenece, sino que es un Centro más hondo que,
descentrándole, le recentra.

Todo él está vacío. Su
existencia es un pasaje por el que otros transitan para descubrirse a sí
mismos. Como un icono, su sola presencia ayuda a los que le rodean a descubrir
la hondura que les habita. Él sólo calla y ve. Y su alegría, tanto como su
nostalgia, son inmensas.

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LA VIDA CON PROPOSITO

Posted on 24 May, 2010. Filed under: MENSAJE |

La Vida con Propósito

¿Cuál es el propósito de la vida? ¿Cuál es el propósito de nuestra presencia en la tierra? ¿Qué estamos haciendo aquí y cómo podemos saber si estamos viviendo nuestro propósito? ¿Hay un camino específico que se supone que debemos seguir y cómo podemos saber si lo estamos siguiendo o no? ¿Qué pasa si no lo seguimos? Si nuestro propósito es de naturaleza espiritual, ¿por qué tanta gente parece estar viviendo en el mundo material, con total ignorancia de su propósito espiritual, y parece que les va bien e incluso prosperan? ¿Cuál es su propósito? ¿Cómo se supone que vamos a conocer nuestro propósito, y cuándo vamos a saber que lo hemos completado?

Se produce un profundo cambio en nosotros cuando caminamos por el camino espiritual y empezamos a escuchar un callado llamado interior a considerar otros aspectos de la vida. Esta voz interior nos despierta a una especie de descontento, donde ya no estamos contentos ni satisfechos con la vida que llevamos. Sabemos que hay algo más que necesitamos y no es más dinero ni cosas. Hay algo real, aunque intangible, que anhelamos. Una vez que comenzamos a prestar atención a ese llamado, nuestra vida pierde su propósito y nos adentramos en un lugar donde buscamos significado, valor y un nuevo propósito. En esta encrucijada podemos mirar hacia dentro o afuera en busca de la conexión que volverá a despertarnos a nuestro propósito y crear alegría y satisfacción. Podemos buscar el propósito de la vida, averiguar lo que significa vivir una vida con propósito o tratar de encontrar nuestro propósito. Cada una de estas cosas tiene un contexto diferente y, dependiendo de nuestro propósito, nos van a llevar en direcciones diferentes.

Muchos han reflexionado acerca del propósito de la vida que, a primera vista, parece más bien no tener ningún propósito. Nacemos, estamos aquí por un tiempo y luego morimos. Desde una perspectiva material, nuestro propósito es ocupar una presencia física, que dejamos cuando hemos terminado con ella. No importa lo que acumulemos durante el transcurso de nuestra vida, cuando morimos lo dejamos todo atrás. Aquí es donde podemos empezar a mirar la vida desde una perspectiva espiritual, porque desde el sentido material, no hay un propósito en la vida más que crear una nueva generación que va a experimentar otro ciclo de vida. Ahora podemos pasar al siguiente tema, ¿cómo podemos vivir una vida con propósito?

La vida con propósito es aquella que se vive a través del cumplimiento de sus mayores deseos. Estos deseos pueden ser materiales o espirituales. En el lado material, la persona que quiere tener éxito intenta crear el mayor éxito posible. El que quiere ser rico acumula tanta riqueza material como puede. La persona que quiere amor lo busca por encima de todo. Quienes quieren sabiduría pasan años en su búsqueda. Ésta es la vida con propósito desde una perspectiva material y tenemos muchos ejemplos de aquellos que se elevan y caen, en pos de su propósito. Pero hay más en la vida que la acumulación de dinero, sabiduría, éxito y amor. Y como nosotros lo vemos, quienes se esfuerzan por elevarse por encima de los demás a la larga caen, todo el que sube una montaña, eventualmente, tiene que volver a bajar.

Desde el punto de vista espiritual, una vida con propósito se vive a través de la realización espiritual. Y eso puede significar muchas cosas. Podemos creer que esto significa que debemos renunciar al mundo material y buscar la espiritualidad en todas las cosas. O podemos decidir aceptar las situaciones, la gente y las circunstancias más desafiantes en un esfuerzo por sanar al mundo y a nosotros mismos en el proceso. Todas éstas son intenciones dignas, pero no son el verdadero propósito que cada uno de nosotros ha venido a vivir. Hay un poco más en la historia que tenemos que aprender antes de que podamos vivir nuestro propósito de vida, porque nuestra vida no tiene ningún propósito en absoluto. Es, en esencia, nada.

Cuando buscamos el sentido de la vida y tratamos de vivir a través de lo que encontramos, a la larga descubrimos que la vida no tiene propósito. En el Foro Landmark hay una sección que discute el propósito de la vida, que se describe como "vacío y sin sentido". Y esto es verdad. La vida, por sí sola, no tiene sentido ni propósito. Es nuestra experiencia de vida la que crea el sentido que le damos. El verdadero propósito de la vida, desde nuestro punto de vista espiritual, es ‘nada’, es decir que no hay nada en el mundo material que sea relevante para nuestro propósito de vida, a menos que primero busquemos y conectemos con el mundo interior. No hay nada que podamos crear ni experimentar que vaya a realizar nuestro propósito, porque nada en el plano material es permanente ni importa. ¿Hay algo en la tierra que podamos llevar con nosotros cuando morimos?

Antes que ver esto como deprimente y desilusionarnos, tenemos que llevar esto un poco más allá. El propósito de nuestra vida, y cada uno de nosotros tiene un propósito específico, es mover la energía de la polaridad a la conexión, para resolver vidas de karma, convertir el miedo en amor incondicional y mezclar el cielo y la tierra. Así pues, nuestro propósito individual en la vida es sacar suficiente miedo, negatividad y polaridad, de manera que podamos hacer espacio para el amor. Hacemos esto al recordar que somos, ante todo, seres espirituales que están teniendo una experiencia humana y no al revés. En nuestro aspecto espiritual somos amor perfecto, estamos dentro de nuestro propósito y siempre viviendo de acuerdo con nuestro propósito en ese momento.

Así como vivimos de un momento al siguiente, nuestro propósito cambia a medida que avanzamos de un nivel de energía a otro. Cualquier cosa que estemos experimentando en algún momento es nuestro propósito. Tan pronto como somos capaces de mover esa energía, pasamos a otro propósito. Y así nuestra vida se despliega, de un momento al siguiente, pasando por las experiencias que nosotros y nuestra alma hemos invitado para ayudarnos a recoger nuestras energías que han quedado dispersas a través del miedo, el trauma y el dolor. A medida que soltamos nuestros cordones que nos atan a nuestras conexiones kármicas, permitimos que más luz brille dentro de nosotros. Esto nos lleva a nuevos niveles de ser y a nuevas alturas de propósito. Entonces podemos pasar de un propósito de sanación a un propósito centrado en el amor, la compasión, alegría y satisfacción en todas las áreas de nuestra vida. Nuestro mayor propósito es estar centrados y arraigados, llenos de luz y recordándonos sin esfuerzo a nosotros mismos nuestra conexión divina, completos en cuerpo, mente, emociones y espíritu de manera que podamos ser la encarnación viva de quienes somos, seres espirituales divinos disfrutando del juego de la vid
a
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MI MUNDO ERES TU!

Posted on 23 May, 2010. Filed under: MMMMMM |

Mi Mundo eres tú

Si un día el
sol se apagase

yo no sentiría falta
tengo el calor de tu cuerpo

y el brillo de tu amor

Si las estrellas también se apagasen

tampoco me harían falta
pués te tengo a tí
que borda con
brillantes mis fantasías


Mi firmamento no tiene solo un color

tiene el arco-iris de tu amor
Pero mi jardín tiene apenas una flor

tú, mi vida, mi amor.
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ADIOS!

Posted on 23 May, 2010. Filed under: MMMMMM |

El día en que te marchaste el cielo se tiñó de sombras
Las nubes se volvieron un poco más grises
Y de tanta tristeza no pude ni llorar

El día en que te dejé partir sentí un vacío más profundo
Se empañó de dolor mi ventana al mundo
Y el aire se me antojó amargo y frío

Tan parte de mí te sentía
Que ya me parecías otro brazo
Un costado del torso quizás
Y me olvidé de mirarte, de olerte, de tocarte
De atraparte en un último recuerdo
Para contemplarlo cuando no estuvieras

De estar acariciando tu rostro, respirando tu aliento
Pasé a vagar por tierras que ahora me son extrañas
Donde todos los caminos me alejan de ti inevitablemente
Y en cada paso se me va el alma
¿Qué hago ahora que te perdí sin remedio?
¿Cómo sigo andando si no me llevas de la mano?

El día en que te dejé partir la vida se calló por un minuto
Me dejó a solas, encadenado a tu ausencia
A la deriva con tu anhelo a cuestas

El día en que te marchaste había tanto que decir amor mío
Y de estos resecos labios no brotó otra palabra
Más que un pálido y frío adiós

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CON TODO Y TU RECUERDO!

Posted on 23 May, 2010. Filed under: MMMMMM |

Tus labios en fuga son míos y sólo míos, a tu pesar
Pues nadie podrá besarlos con tanto amor
Con tanta devoción

Yo fui quien desnudó tu ternura, pétalo a pétalo
El que cultivó en tu piel el deseo
Y lo dejó intacto

Juntos conquistamos las calles, las esquinas
Las pavimentamos, yo con mi risa
Tú con tus lágrimas

Me regalaste, incauta, tu irresistible ingenuidad
Y yo la bebí hasta la última gota
Sediento como ninguno

A tu lado fui niño de nuevo, y a veces no tan niño
Me perdí en tus contornos
Extasiado en tu inocencia

¿Qué te llevas tú? Mi ilusión primera tal vez
Mi arrullo noctámbulo
Mi solemne reverencia

Ahora eres un destello a la distancia, y así debe ser
Pero me quedo con todo
Con todo y tu recuerdo

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